Es de público conocimiento la noticia sobre el hecho de inseguridad que tuvo como víctima a la familia de Baby Etchecopar. En un episodio de extrema violencia vivió un tiroteo con delincuentes en el seno de su hogar con su familia como protagonista dejando como saldo un delincuente muerto y otro herido junto al propio Baby y su hijo Federico Etchecopar. Sobre el particular episodio, especialistas del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA) se expresaron sobre las consecuencias psicológicas de un hecho de estas características
La licenciada Gabriela Martínez Castro, directora del CEETA, está disponible para consultas o entrevistas sobre el tema. Comunicarse al 011-4110-0183 ó 011-15-6096-4656 para concretarlas o enviar un mail a fernanda@quasarcomunicacion.com.ar |
Al respecto, el Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (CEETA), con sede en el Partido de Pilar, indica que las consecuencias más esperable en las víctimas de un hecho de este tipo es sufrir estrés postraumático o que dicho estrés «gatille» un trastorno de pánico en aquellas personas nerviosas y que desconocían esta predisposición.
Según la Lic. Gabriela Martínez Castro, psicóloga Especialista en Trastornos de Ansiedad y directora del CEETA, «las víctimas o testigos de situaciones en las cuales la integridad psicofísica ha sido expuesta como claramente es este hecho de violencia que incluso se dio en el lugar que uno tiene como el más seguro: su hogar, tienen alta predisposición a sufrir trastorno por estrés postraumático».
La especialista continúa diciendo que «la característica esencial de dicho trastorno son: el sufrimiento de altos niveles de ansiedad, embotamiento afectivo, anestesia emocional (el individuo se muestra indiferente frente a toda situación vital, sea feliz o desdichada), sentimientos de intenso horror, depresión, insomnio, irritabilidad, desinterés generalizado, y, lo principal: la reviviscencia. Esto último consiste en revivir la situación traumática con los cinco sentidos, tal como si estuviese ocurriendo nuevamente, con las conductas que desarrolló durante la situación traumática. No es un mero recordar, sino un re-experimentar, conductas que desde el observador son inapropiadas para la situación en la que se encuentra».
Esta re-experimentación se puede dar al volver al lugar del hecho, al verlo por televisión, al escuchar algo semejante, al recibir algún indicio que se lo recuerda, etc.
Muchas veces, dependiendo de la personalidad, se requerirá un tratamiento psicoterapéutico o incluso psicofarmacológico para superarlo.
Además, advierten desde el CEETA que «de no recibir tratamiento, el trastorno se torna crónico e incapacitante, interfiriendo severamente con las actividades cotidianas del sujeto, como trabajar, estudiar, hacer vida social, etc!.
«Esta situación se da claramente en la persona que es testigo de un acontecimiento donde se producen muertes, heridos, o existen amenazas para la vida de otras personas”, explica la Psicóloga especialista en trastornos de ansiedad.
El Fenómeno de la Reexperimentación
Martínez Castro explica que “luego del trauma, el sujeto puede presentar el fenómeno de la reexperimentación, es decir, vuelve a experimentar la situación traumática, con todos los sentidos, tal como si la estuviera viviendo, no recordando, sino reviviéndolo. La persona se comporta como si estuviera en el momento del acontecimiento, cuando en realidad, no lo está”.
Además, quien lo sufre, evita exponerse a estímulos asociados al episodio. Sufre de embotamiento afectivo, ya no responde afectivamente como solía hacerlo, la persona está como anestesiada. Aparece también la incapacidad para recordar determinados episodios del trauma; una reducción del interés en las actividades de la vida cotidiana; la sensación de desapego afectivo frente a los demás; la sensación de un futuro desolador; dificultades para conciliar o mantener el sueño; irritabilidad o ataques de ira; dificultad para concentrarse y para atender y memorizar respuestas y sobresalto emocional (se asustan fácilmente).
El Tratamiento
“Las alteraciones pueden aparecer inmediatamente o al mes del episodio traumático, y hasta demorar 6 meses en su aparición. El tratamiento más adecuado puede ser una terapia cognitivo-conductual, por la brevedad y la rapidez en cuanto a la recuperación”, recomienda Martínez Castro
Por último, es necesario tener en cuenta la intensidad, duración y proximidad a la exposición del acontecimiento traumático, que constituyen los factores más importantes que determinan la probabilidad de padecer dicho trastorno.
La directora de CEETA asegura que «todos estos trastornos se recuperan con un tratamiento específico de terapia cognitivo-conductual (TCC) y la posible aplicación de medicación, en caso de ser necesario».
El tratamiento es breve, conducido por expertos en la materia, lográndose la recuperación y el alta del paciente, quien recupera sus actividades habituales, sin sintomatología física ni emocional.
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