Pilar Point, el shopping del centro, inaugura una nueva exposición el próximo 10 de abril con obras del artista plástico Naum Goijman. La misma podrá visitarse hasta el 30 de abril con entrada libre y gratuita.
Goijman falleció a principio de este año, y debido a su aquilatada trayectoria de más de 70 años como dibujante, pintor y docente; dedicando su vida a una cuantiosa producción artística y a la transmisión de conocimiento, es que hoy se monta esta exposición abierta a toda la comunidad.
Más información en su web http://www.naumgoijman.com.ar/
Sólo a modo de ejemplo, fue uno de los precursores en la pintura conceptual y co-fundador en 1950 del Grupo de los 20 junto con Luis Barragán, Libero Badii y Aurelio Macchi, entre otros.
En su momento, Goijman escribió “Difícil es hablar sobre la pintura que uno mismo realiza, pero es un gran placer poder hacerla. La vida y sus pasiones intervienen en mis obras. Uno pinta siempre el mismo cuadro, lo que significa que se produce el cambio de imagen pero no de contenido. Por lo tanto, para poder desarrollar esa imagen, es necesario perfeccionar el lenguaje con el cual me expreso”.
Acerca de Naum Goijman
Dibujante y pintor, nace en Buenos Aires el 23 de mayo de 1915.
Inicia su recorrido artístico en la década del ’30 incursionando en sus primeros años en el arte figurativo. A comienzos de los ’50 se coloca a la vanguardia de su época realizando obras abstractas geométricas. Más tarde pasa por lo que él mismo denominó su “época negra”, donde su arte está signado por el color oscuro. En los años ’70 retoma el camino del figurativismo para luego introducirse en la abstracción figurativa, manteniendo la forma y los colores brillantes.
Cursó sus estudios en la Escuela Nacional de Artes (Buenos Aires 1933-1938) obteniendo el título de Profesor Nacional de Dibujo. Luego estudió pintura en la Escuela Superior de Bellas Artes “Ernesto de la Cárcova ” (Buenos Aires 1937-1941), recibiéndose de Profesor Superior de Pintura. Fueron sus maestros artistas de la talla de don Emilio Centurión, Enrique Larrañaga, Alfredo Guido y José Fioravanti.
Desde 1941 a la fecha realizó 57 exposiciones personales y participó en más de 140 muestras colectivas, actuando como jurado de exposiciones en más de 20 oportunidades.
En 1942 y 1945 viaja por el interior de la Argentina y entre 1946 y 1949 recorre, vive y trabaja en Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Bolivia y Venezuela.
En 1950, junto con Barragán, Badii, Macchi y otros funda el grupo “20 pintores y escultores”. Asimismo es co-fundador de los grupos “Siete pintores” (1941), “Seis pintores de hoy” (1950) y “Arte nuevo” (1955).
En 1952 viaja a Francia continuando sus estudios como asistente libre de la Escuela del Louvre de París (1952).
En 1955 regresa a Buenos Aires y partir de 1956, al tiempo que continúa creando, se dedica a transmitir sus conocimientos como profesor titular por concurso de la Escuela Nacional de Danzas (1958-1968), de la Escuela Superior de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón” (1958-1976 y 1984-1986) y de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de La Plata (1966-1977). En 1984, con el retorno de la democracia, es contratado como profesor titular en la misma Universidad, donde colabora en la normalización y realización de los concursos docentes.
En su carrera ha sido miembro de la Junta Nacional de Clasificación docente, miembro de la Comisión Asesora de Concursos de la UNLP, jurado de concursos docentes en las Universidades Nacionales de Cuyo y de Córdoba, entre otras actividades.
En 1976 abre su taller a numerosas camadas de alumnos que eligieron perfeccionar con él su técnica.
En 2009 es distinguido por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por su constante aporte y enriquecimiento al Patrimonio Cultural de la ciudad.
En 2011 recibe de la Universidad Nacional de La Plata un reconocimiento académico por sus años de docente de la Cátedra de Dibujo y desde hace más de 20 que ha sido nombrado Socio Honorario de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos.
Fallece el 12 de enero de 2012 a la edad de 96 años.
COMENTARIOS SOBRE NAUM GOIJMAN
Osvaldo Mastromauro
“Viñetas de un viejo peleador inclaudicable: “Así que éste es el crítico. Vení, pibe, sentate aquí al lado mío, que te voy a explicar”, nos dijo la noche de su muestra en la SAAP. Su natural, tozuda y en buena parte justificada desconfianza por cierta clase de arte como por la Crítica de Arte y los críticos así lo ameritaban; imperioso león, no exento de cariño, sus jóvenes 83 años y una carrera preñada de libertad – la venta, hoy desvelo de tantos, fue por el desdeñada en aras de la creación-, estaban allí presentes, en el afecto de artistas, amigos, y especialmente en el de sus cinco nietos.
Obra y Pensamiento: Ruptura del lenguaje, superposiciones y libres mixturas de expresión, la concepción del espacio pictórico contemporáneo anula aquella idea global que operó como “paraguas” por siglos, y que consistía en ideales, cristalizaba en corrientes, pero que siempre tuvo al espíritu como referencia. Al decaer esta primacía, el hombre se ve librado a sus propias fuerzas.
“¿Permitirá la futura sociedad que los hombres artistas puedan tener otra visión de la realidad que no sea su propia soledad?”, se/nos pregunta Naúm.
Este doloroso confinamiento, sometido al distanciamiento tanto como a la premura de premios y salones, es desmentido por la propia actitud del artista, que opera en el espacio plástico a través de la intuición, recordando, o mejor sea dicho rescatando, de su in-formación, sólo lo útil para el cuadro. “La libertad es fundamental”, agrega, y recordamos que hace poco, en casa de Libero Badii, recogimos la misma expresión: no en vano estuvieron juntos en el “Grupo de los 20” y fueron compañeros de andanzas.
El “tío” Naum: “¿Y cuándo van a venir?”, nos pregunta, aludiendo a la postergada visita a su casa frente al Parque Centenario, donde sabemos no faltarán comida y bebida, y menos aún las preguntas y afirmaciones directas, incisivas pero hechas desde una honestidad y agudeza envidiables de éste otro “pibe”, que vio la luz quince años después que el siglo XX comenzara con sus asombrosas revoluciones.
Quizás volverá a hablarnos de la aceleración, del vértigo que representa el cambio de códigos y por ende la desintegración que acecha en las entrañas de ésta era tecnotrónica. Mientras tanto, seguirá con sus telas sueltas, entre aquel dibujo bien sabido, concienzudamente desaprendido, y las libertades del color. Hasta pronto “tío” Naúm, como decimos con Norberto Pagano, quien fuera su alumno; todos somos alumnos, siempre.”
Silvia Pellegrini
“Naum Goijman ha vuelto a las andadas… Juvenil y desparpajado teoriza sobre la única forma de hacer arte. Praxis.
Docente por convicción, su fuero interno vive sacudido por intentos de clarificantes posturas revisionistas de métodos y conceptos. Plantea y replantea viejos problemas que su enraizado sentir (crítico-analítico) nunca concluye.
Transforma en conceptos, problemas de “ética reflexiva”, insensiblemente prescribe posiciones morales en el quehacer plástico. No tiene deudas. Recrea.
Cuando atiende el “dolor del hombre angustiado”, propone un contramodelo creativo, analizando las esencias de la percepción por las vías de la pura sensación. No lo conforman ni lo conmueven los viejos códigos utilitaristas.
Amante de la confrontación, embiste contra modelos establecidos, proponiendo hechos concretos y elaborados en oposición a actitudes y premisas aceptadas pero no investigadas.
Analítico de las leyes del hoy, parado sobre las escalas reales del ahora, motoriza la visión de un arte hacia futuros mañana.
Subraya sus conceptos filosóficos con una creatividad cambiante y en permanente evolución, con un lenguaje plástico que transita de lo anárquico a lo sutil e individual en respuesta a su trasfondo creador.
Su arte supera lo meramente anecdótico, esta por encima de ejes, valores o composición, algo así como un soplo intelectual abona su obra.
Ya no pinta ni dibuja, medita.
Ha reemplazado la línea y el color por una mística postura cercana a lo trascendente; generadora de grafismos que resumen como en una gran contraforma una grande y humilde sabiduría que gotea día a día.
Como el arte no se habla, se concreta, encontramos su obra fresca y actual que nos invita a la alegre contemplación, cargado su discurso de actualidad y futuro.
Entregado a utopías creativas, ha encontrado en el camino de la plástica su proyección como hombre.
Sabe atravesar sus circunstancias con hidalguía de los que pueden conmover almas paralelas.
Dueño de una figuración expresionista, ha encontrado formalmente una manera para dirimir fundamentales cuestiones éticas.
Largo es el camino que ha recorrido como creador, lo atestiguan su obra, sus ideas y quienes han recogido reflexiones y lecciones de un “sentir el arte” frente a la realidad de cada día.
Controvertido, enérgico y vital ha generado una obra en permanente maduración, actitud de vida que sólo “JUVENCIA” permite.”
Yaco Nowens
“En la expresionista obra de Goijman, los códigos predominantes para estructurar su armazón estético vuelve a ser el hombre, en su dimensión y lo cósmico en su expansión. Así vemos su producción actual con óleos de pureza oscilante, entre el informalismo y la dinámica gestual abstractizante. Con una interesante trayectoria de ricos antecedentes y en más de 60 años de hallazgos en el dibujo, la pintura, el grabado, la escultura. Más sus viajes y estadías en París, Venezuela y toda Centroamérica, transitando las mayores tendencias de este poderoso y aún discutido siglo de las artes plásticas.
La fuerza creativa: Es que Naum Goijman se destacó, por ser siempre un inteligente dibujante, con una gran base para desarrollar las ajustadas medidas cromáticas que cada una en la totalidad de cada cuadro le pide.
Al igual de los antiguos estudiosos de la “Ishiva” (Universidad judía en la Diáspora), donde estudiar y polemizar entre alumno y maestro conformaba una ceremonia para hallar la luz y la eternidad DE POR VIDA; Goijman dialoga constantemente frente a la tela, donde él es el maestro, y a veces él, es el alumno.
Su actual muestra: Muy distintas cavilaciones se observan en esta hilera de pinturas expuestas donde va demoliendo las estáticas composiciones del pre-concepto escolástico. No en vano, cuando dictaba sus clases (durante tres generaciones) con voz segura afirmaba: “Escúchenme, pero no obedezcan. ¡Razonen carajo!”.
Goijman lo sigue afirmando para sí mismo, en cada centímetro de cada cuadro, por ello, y quienes lo conocemos, sabemos de su conocimiento filosófico hegeliano en cuanto al proceso dialéctico e idealista en el arte que trata lo racional, sus leyes, modos de expresión, y sus contradicciones en constante dinámica encadenada a la realidad, en cualquiera de sus ramas, ciencias, arte, historia.
Por ejemplo, su cuadro “Religión” construye con imagería expresionista a un solitario profeta – que siente – en soledad cósmica su embriaguez mística cual anacoreta, en pleno desierto, descripto por Anatole France en “Tahis”. Como correlato de este cuadro, una pareja de amantes se contemplan y se aferran hacia un mismo destino: el amor, como consuelo de la eternidad. Pintura metafísica también si se quiere en hieráticos personajes como cuando plasmaba Piero de la Francesca entre los clásicos.
La descomposición de la forma: La descomposición de la forma para irrumpir hacia nuevos encuentros estéticos encuentra en Goijman diversas tramas ornamentales asentando entre los esbozos de rostros, cuerpos…y almas…recordándonos su gran tiempo figurativo. Con su impulsión automática, logra unir, la mayoría acumulada de sus propios conocimientos en esta entrega que hoy nos asombra.
No pasemos por alto sus grises, estremecedores y sostenedores de su soporte que intervienen como retaguardia en segundos y hasta terceros planos por las embestidas que la vitalidad y pasión de Goijman provocan sobre la tela, como en los cuadros titulados “Alegría”, “Primitivos”, o “Fuga”.
Como artista …Goijman no necesita ir al Shil (Templo), con su atelier le basta para encontrar la fé, la ética, la bondad y justicia. Hace visible, el precepto para Iom Kipur: “Tu conoces los misterios del Universo, y los ocultos secretos de todo ser viviente. Tu inquieres y conoces la intimidad de nuestro ser, escudriñas nuestro corazón”.(Majzor. Pág. 222). Así, desde su caballete. El ser humano encuentra su propio espejo, ambivalente, simbólico y específicamente plástico.
Alfredo Andrés
“Decir que Naum Goijman perteneció al llamado “grupo de los 20” constituye un dato de tipo histórico, acaso una anécdota. Recalcar, en cambio, que Goijman está inserto en un mundo donde formas y colores entrelazan sus esencias alrededor de propuestas de irresistible sabor popular, ya es otra cosa.
Fundamentalmente, verificar la principal propuesta de la pintura de Goijman, ese palpable interés del artista que, continuamente, tela tras tela, parece aparearse a una problemática – y me repito -, de hondas raíces populares. Pero, la inquisición parece inevitable, ¿qué es lo popular? Y no está demás la indagación, especialmente si se tiene en cuenta hasta qué punto ciertas palabras (“popular”), son manoseadas, haciendo que sus significados y connotaciones, en vez de rotundos o transformantes, desciendan hasta una insólita magritud. En su más acabado sentido, en su nivel más alto – y todo esto puede aliarse a la pintura de Goijman–, lo popular hinca su diente en situaciones, objetos o individuos cuya conexión externa es, directamente, masiva. Una manzana, por ejemplo, es popular.
Una manifestación política, también puede serlo. Un pueblo, justamente, es lo que palpita detrás de cualquier manifestación popular. Ese aliento colectivo es lo que trasparenta la pintura de Goijman, lo que la hace altamente comunicativa con independencia del objeto o sujeto pintado. Como el medium que por alquímicos recovecos aunara el sentimiento, los deseos y apetencias de una gran mayoría, Goijman parece conjurar esa capacidad receptiva, transformándola de inmediato a partir de la punta de su pincel y consecuentemente, creando esos cuadros tras los cuales todo un mundo parece latir. De ahí que, naturaleza muerta, rostro o muchedumbre, un mundo infinitamente colectivo lo circunda siempre, desde el cuadro hacia fuera, de la tela hacia adentro. Y a partir de ahí, sus mejores valores, sus más perfectas cualidades.”