POR PAOLA AGUILAR/ESPECIAL PARA MUJER I: KLINKO
Después de mucho entrevistar y recibir consejos de amigos, contratamos a una chica que había trabajado en la casa de una amiga con responsabilidad y cariño. Al mes, algo nos empezó a llamar la atención: con nosotros Bruno estaba inquieto y llorón, pero con Lila, su niñera, siempre estaba de maravillas”, cuenta Paula, mamá de Bruno y Tomás, ahora de 5 y 2 años. Una mamá que, como la mayoría de las mujeres que trabajan, necesitó que una empleada cuidara de su bebé al finalizar su licencia por maternidad. “Aquí la licencia es demasiado corta. En otros países, más avanzados respecto a los derechos de los niños a ser cuidados en esa primerísima etapa de sus vidas, las licencias son mejores”, denuncia Paula y continúa el relato acerca de su experiencia con la niñera de su hijo. “Después de dos o tres meses, mi marido empezó a tener sospechas y decidió grabarla con un iPod para despejar dudas y quedarnos tranquilos -agrega-. La escucha fue tremenda. Mi marido me dijo, ‘mejor no escuches, lo único que te voy a contar es que lo deja llorando encerrado por casi una hora, mientras ella permanece callada, tal vez estudiando’. Entonces decidimos despedirla”, concluye. Una situación que no es excepcional y que se conoce con mayor frecuencia, debido a la actitud de los padres de hacer uso de las tecnologías para confirmar las sospechas que el comportamiento de sus hijos le despiertan.
El mismo método de Paula usó el papá de una nena que iba al jardín maternal Tribilín (el hecho se conoció en febrero), para llevarse la peor de las sorpresas: las maestras del jardín de San Isidro maltrataban psicológica y físicamente a esos nenitos que debían cuidar. En otro caso, que también se dio a conocer en los medios, un padre dejó una cámara de video oculta y descubrió las agresiones de la niñera a su hija de 4 años.
Cuando se conocen estas historias, aparece una pregunta inevitable: ¿cómo elegir a la persona que va a cuidar a los chicos en el más privado de los ámbitos, que es la propia casa? ¿Quién garantiza que esa mujer a la que le confían sus hijos va a ser capaz de cumplir con esa tarea que, además de conocimientos, requiere cariño, empatía y entrega?
Probablemente, no hay garantía absoluta acerca de cómo un ser humano va a comportarse en cada momento de su vida. Pero hay herramientas que pueden descartar patologías y perversiones y que se usan para contratar personal en las empresas y son cada vez más utilizadas cuando se busca una niñera. Se puede hacer un test psicodiagnóstico.
“Un psicodiagnóstico o Evaluación psicolaboral, además de habilitarnos para descartar patologías psíquicas o neurológicas, nos permite encontrar las características de nuestra personalidad y también cómo nos desenvolvemos a nivel cognitivo. Entre otras cuestiones, por ejemplo, detecta si podemos atender más de una variable a la vez; si somos detallistas o descuidados; si podemos controlar nuestros impulsos; si sabemos manejarnos de manera independiente o, por el contrario, necesitamos lineamientos claros -explica la licenciada Ana Gondell, especialista en Psicodiagnóstico de Rorschach-. Otra cuestión clave es que este estudio puede revelar si somos poco confiables, si tendemos a mentir u ocultar información y si podemos cometer actos delictivos”, asegura la experta. Un test de este tipo cuesta entre 300 y 600 pesos.
Escuchar a los chicos
Posiblemente, un psicotécnico hubiera previsto lo que vivió Constanza con la niñera de sus hijos. “Después de cuatro años de tener a Nilda en casa, yo empecé a sentir que había algo raro. Los chicos lloraban mucho cuando se quedaban con ella. Y mi hija Abril, los domingos a la noche, lloraba porque no quería que llegara. Yo lo asociaba con que no quería que me fuera a trabajar. Nilda siempre había sido un amor con ellos”. El alerta llegó gracias a la maestra de su hijo, quien le contó que el nene lloraba los días que lo buscaba la empleada. “Un día llegué antes a casa y escuché cómo les gritaba. Fue un shock. Creo que, a veces, el cansancio provoca estas situaciones. Finalmente, se fue de casa y mi hija me confesó que los amenazaba para que no me contaran sus retos, les decía que si ella se iba, la persona que viniera en su lugar, les iba a pegar”, se angustia Constanza mientras recuerda esa experiencia.
Desde hace unos años, creció el número de agencias que hacen selección de niñeras y también aumentó la demanda de padres que contratan sus servicios para evitar riesgos. La licenciada María Moyal es la directora de la consultora Cuídame Mucho y explica que en el proceso de selección de las cuidadoras, el psicodiagnóstico es esencial. “La mirada de un profesional puede rastrear los recursos emocionales de la postulante -explica-. Cuando apostamos a la contratación de una niñera, estamos decidiendo incluir un vínculo nuevo en la vida de nuestro hijo. Esto hace que conocer la situación afectiva de la postulante sea central. No son recomendables para estar al cuidado de chicos las personas, por ejemplo, que están atravesando un duelo ni la gente inestable en sus vínculos o con recursos simbólicos pobres. Tampoco las mujeres sin experiencia en esta tarea o aquellas que no son resolutivas”, opina.
En las consultoras las candidatas atraviesan una serie de pasos que no sólo tienen que ver con la entrevista psicológica. “Es importante que la preselección esté a cargo de gente entrenada, porque el proceso nos da información sobre su experiencia laboral, formación académica, las referencias de otras familias y por último, sus recursos emocionales y operativos para desempeñarse como niñera”, afirma la licenciada Amorina Zamora, directora de la consultora Poppins. Aquí, se cobra alrededor de 2.400 pesos el proceso de selección y búsqueda de niñeras profesionales de jornada full time y 2.100 pesos para una niñera de trabajo part time.
Entrenar la mirada
Aunque no brindan garantía absoluta, las evaluaciones psicotécnicas permiten identificar todo tipo de estructura, los rasgos de personalidad y sus mecanismos de defensa. “Posibilitan elaborar hipótesis sobre su comportamiento, aunque por supuesto no es predictivo -aclara la licenciada Gondell-. Siempre el ojo entrenado del psicólogo evaluador hace que podamos indagar y elaborar hipótesis con mayor precisión y que nos llamen la atención signos que podrían pasar desapercibidos. Así también es de suma importancia el discurso oral o escrito de la postulante, como la apariencia y su relación con el ambiente y las personas. Todas las conductas se interrelacionan con lo encontrado en el psicodiagnóstico propiamente dicho. De esta manera, se obtiene una mirada más integradora y precisa”, apunta.
Siempre es importante tener en cuenta que, más allá de los conocimientos técnicos para la selección de niñeras, los padres no deben dejar de lado el sentido común y el instinto. “Si no se puede acceder a una evaluación psicodiagnóstica, es fundamental mirar con criterio -concluye la psicóloga-. Lo importante es prestar atención a los detalles y a toda información que nos pueda aportar la persona que vamos a contratar. Conocer su historia personal, su vida laboral y pedir referencias son pasos previos básicos para tomar la decisión. Si la contratamos, sugiero ofrecerle sus tareas de manera paulatina, tener mucho diálogo y prestar atención tanto a sus respuestas como a sus reacciones frente a los distintas circunstancias de la vida cotidiana de nuestros hijos”.