• Averiguar sobre la cantidad de chicos por grupo y el número de profesores que se le asigna a cada grupo. Esto nos permitirá saber cuán individualizado será el cuidado de los chicos. Tengamos en cuenta que cuanto más chiquitos más dedicación necesitan. • Ir al lugar para ver personalmente el espacio. Que haya lugares con sol y sombra y que existan espacios cubiertos para los días de lluvia.
• Preguntar por la propuesta recreativa que proponen para ver si se adecúa a lo que los papás esperan y desean. Es importante que las actividades estén planificadas y organizadas.
• El traslado: decidir si van a llevar a los niños directamente al predio donde se realicen las actividades, o si utilizarán servicio de transporte. Muchas veces este servicio es brindado por la colonia y en otros es tercerizado. En ambos casos hay que asegurarse de que los vehículos y sus conductores se encuentren en regla y que una persona cuide a los chicos durante el viaje.
• El cuidado de los niños en la pileta: hay que averiguar quién controla a los chicos dentro y fuera del agua, si hay guardavidas y si se realizan revisaciones médicas para prevenir el contagio de enfermedades. • Los baños deben estar limpios y en buenas condiciones de conservación y ver que haya un adulto al momento que los menores deben bañarse y cambiarse.
• Una vez iniciada la colonia, si observamos que los niños están demasiado cansados o manifiestan que no quieren ir, hablemos con ellos y con los responsables del lugar para ver qué está sucediendo. Puede suceder que sea mucha la actividad que realizan, o que le esté costando adaptarse al nuevo grupo. Muchas veces una colonia de todo el día resulta demasiado pesada para ellos, o tal vez necesitemos revisar la elección, no todas las colonias son para todos los chicos.
• Fuente consultada: licenciada Adriana López, de Momento Cero.