La globalización del affaire del presidente francés demostró que en la era 2.0 nadie es invisible.
Desde hace una semana, en Francia, y en el mundo, no se habla de otra cosa: la supuesta doble vida que llevó el presidente François Hollande junto a la actriz Julie Gayet. La pregunta es: ¿Por qué tanto revuelo? ¿Es culpa de la tecnología que amplificó el caso? ¿O la transgresión de un líder político?
La tecnología sin dudas le jugó en contra al mandatario. Gustavo Ripoll, experto en redes sociales y tecnología, y gerente de Asuntos Corporativos de Odebrecht, opinó que “todos somos personajes públicos, por elección o defecto”. “Esta apertura o invasión (dependiendo del lado en que se encuentre el que lo lee) llegó para quedarse, pese a los intentos constantes de regular la red.
Resulta muy complejo frenar una publicación una vez que se ha subido a Internet ”, señaló.
El director del semanario francés Le Point, Franz-Olivier Giesbert, sostuvo ante la prensa que Hollande “paga el error” de haber obviado que vivimos en la época de la “transparencia total”. “Yo creo que la transparencia total no existe como tal –comentó Ripoll–. Sí creo que la tecnología avanzó un paso hacia ese lado y generó que los límites entre lo público y lo privado se volvieran difusos”.
La transgresión de un presidente que fue electo por llevar un perfil más “serio” que sus predecesores terminó de sembrar la polémica. “Existe la ilusión de que el jefe de estado cumpla estrictamente con las normas”, explicó Andrés Rascovsky, expresidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Sin embargo, el experto aseguró que es algo bastante “común” que “el hombre con poder instaure una suerte de privilegio sexual para él mismo”: “Muchos jefes de estado no han practicado una monogamia estricta. Tenemos los casos de Kennedy y Marilyn Monroe – Happy birthday, Mr. President – Sarmiento que pasaba como gasto de estado las orgías que organizaba, Clinton y Mónica, y otros tantos más”.
“Los hombres tienden a desear aventuras; a veces son eróticas, a veces son solo sexuales. A veces son episodios transitorios, otras, se producen disociaciones importantes en el sujeto que mantiene una relación paralela”, añadió Rascovsky. Lo que llama la atención es la simultaneidad de las parejas: ¿Por qué no elegir una sola? Josefina Rabinovich, sexóloga y terapeuta de parejas, sostuvo que “elegir sería renunciar, y perder algo que le importa mucho”. “Es muy duro abandonar la vida de familia, cuando hay hijos e incluso nietos. La otra persona puede darle la pasión que ya perdió o nunca tuvo; o un nivel de comunicación que lo enriquece; o alguien que lo valora, lo alaba, lo mima, como ya no hace la primera; y al mismo tiempo puede querer cuidar la integridad emocional de su compañera oficial, que –él sabe o supone– no resistiría una ruptura”.
Rabinovich detalló que hay hombres que llevan una doble vida que están “disociados patológicamente”: “ Algunos engañadores no pueden integrar en una sola persona sus distintos aspectos, y otros, sencillamente, no se resignan a perder la chance de tener con un tercero lo que su pareja no les puede dar”. ¿Sienten culpa? No siempre. Eduardo Drucaroff, investigador en psicoanálisis de familia y pareja, afirmó que algunas personas pueden “vivir en sus mentiras toda la vida, sin remordimientos”. En otros casos, es tanta la culpa que dejan cabos sueltos…se autodelatan buscando un castigo de sus parejas oficiales o una complicidad. En la era de la tecnología, un solo detalle revelador alcanza para exponer el “pecado” ante miles de millones de personas.
Resulta muy complejo frenar una publicación una vez que se ha subido a Internet ”, señaló.
El director del semanario francés Le Point, Franz-Olivier Giesbert, sostuvo ante la prensa que Hollande “paga el error” de haber obviado que vivimos en la época de la “transparencia total”. “Yo creo que la transparencia total no existe como tal –comentó Ripoll–. Sí creo que la tecnología avanzó un paso hacia ese lado y generó que los límites entre lo público y lo privado se volvieran difusos”.
La transgresión de un presidente que fue electo por llevar un perfil más “serio” que sus predecesores terminó de sembrar la polémica. “Existe la ilusión de que el jefe de estado cumpla estrictamente con las normas”, explicó Andrés Rascovsky, expresidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). Sin embargo, el experto aseguró que es algo bastante “común” que “el hombre con poder instaure una suerte de privilegio sexual para él mismo”: “Muchos jefes de estado no han practicado una monogamia estricta. Tenemos los casos de Kennedy y Marilyn Monroe – Happy birthday, Mr. President – Sarmiento que pasaba como gasto de estado las orgías que organizaba, Clinton y Mónica, y otros tantos más”.
“Los hombres tienden a desear aventuras; a veces son eróticas, a veces son solo sexuales. A veces son episodios transitorios, otras, se producen disociaciones importantes en el sujeto que mantiene una relación paralela”, añadió Rascovsky. Lo que llama la atención es la simultaneidad de las parejas: ¿Por qué no elegir una sola? Josefina Rabinovich, sexóloga y terapeuta de parejas, sostuvo que “elegir sería renunciar, y perder algo que le importa mucho”. “Es muy duro abandonar la vida de familia, cuando hay hijos e incluso nietos. La otra persona puede darle la pasión que ya perdió o nunca tuvo; o un nivel de comunicación que lo enriquece; o alguien que lo valora, lo alaba, lo mima, como ya no hace la primera; y al mismo tiempo puede querer cuidar la integridad emocional de su compañera oficial, que –él sabe o supone– no resistiría una ruptura”.
Rabinovich detalló que hay hombres que llevan una doble vida que están “disociados patológicamente”: “ Algunos engañadores no pueden integrar en una sola persona sus distintos aspectos, y otros, sencillamente, no se resignan a perder la chance de tener con un tercero lo que su pareja no les puede dar”. ¿Sienten culpa? No siempre. Eduardo Drucaroff, investigador en psicoanálisis de familia y pareja, afirmó que algunas personas pueden “vivir en sus mentiras toda la vida, sin remordimientos”. En otros casos, es tanta la culpa que dejan cabos sueltos…se autodelatan buscando un castigo de sus parejas oficiales o una complicidad. En la era de la tecnología, un solo detalle revelador alcanza para exponer el “pecado” ante miles de millones de personas.