Seguimos pensando que en muchas cuestiones es mejor estar acompañada, a la hora de alimentar… vos y el bebé dan forma a una unidad indisoluble.
Te pueden ayudar algunas lecturas previas, durante el embarazo, hacer todas las preguntas necesarias al obstetra, al pediatra y a las puericultoras. Siempre hay una amiga que ya pasó por la experiencia o simplemente tu mamá o suegra. Sin dejar de lado tu intuición.
Dar la teta es muy sabido que trae ventajas y se puede saber previamente cómo salvar los obstáculos.
Es un encuentro íntimo donde te vas acercando muy lentamente para conocer las necesidades de tu bebé, el contacto cercano, la mirada a una distancia óptima hacen que el lactante empiece a reconocer olores, sentir el sostén corporal y dar inicio a un juego placentero. Todos los que observamos ésta imagen quedamos fascinados, es sinónimo de unión, paz, alegría y por sobretodo de mucho amor.
El bebé necesita alimentarse para crecer, y este acto involucra la presencia de lo emocional, el encuentro de las miradas, el contacto en las caricias, el juego compartido…. Quizás no se da desde el primer día de teta o mamadera, es algo que se construye día a día que facilita conocerse mutuamente y reconocer cuando es necesario hacer algunos cambios, el ritmo de las mamadas, incluir un suplemento, etc. Desde el Momento Cero de estos encuentros, en un estado de comunión placentera, se establecen los pilares más importantes de un apego sano y seguro.
En ésta experiencia de amoldamiento, el bebé se moldea cuerpo a cuerpo, se relaja, adquiere confianza y da comienzo a su regulación interna.
Es importante que la mamá busque un lugar cómodo donde alimentarlo. Qué compañía necesita.., alguien cerca o una buena música. Al principio es recomendada la libre demanda y al cabo de unas semanas es importante ir instalando una rutina.
Por las noches cuando el bebé llora es muy común asociarlo con que tiene hambre, no todas las veces es esa la razón. Puede ser que se sienta raro por la oscuridad o por el silencio propio de la noche, más la soledad de su cuna. En estos casos conviene consultar con el pediatra y decidir qué es lo más conveniente.
El hambre, el sueño, los cólicos tensionan al bebé, se reconocen por los movimientos corporales globales y gestos que dan cuenta del malestar, dolor y la situación afectiva de angustia que acompaña. La excitación y el desorden convocan al otro humano para ser asistido, y comprendido en su necesidad. Esto es el comienzo de la comunicación.
El ritmo de tensión y bienestar más la satisfacción de la necesidad, producen momentos de unión e intercambio que transforman la experiencia en enriquecedora para ambos.
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