El Congreso sancionó una nueva ley que establece que el Ministerio de Educación, a través del Consejo Federal, deberá establecer reglas para prevenir la conflictividad en las escuelas, entre ellas el bullying. Esta ley apunta a prevenir estas situaciones y promueve la creación de equipos especializados para la prevención e intervención ante esta clase de episodios. Al respecto, desde Momento Cero, elaboraron un informe sobre la violencia escolar y cómo prevenirla y tratarla.
Desde Momento Cero indican que, lo primero que un padre debe saber, tal como lo indica la Organización Mundial de la Salud, sobre la violencia u hostigamiento entre niños, conocida en inglés como bullying es que no es cosa de niños, sino un problema grave de salud, especialmente en las escuelas.
«Hablamos de hostigamiento cuando un chico le hace y/o dice cosas a otro que lo hacen sentir incómodo. Se refiere a cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares de forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. El hostigamiento puede manifestarse de distintas formas por medio de daño físico, verbal o psicológico», asegura la Lic. Adriana López, co-fundadora de Momento Cero (www.momentocero.com.ar), institución dedicada a la atención primaria de la salud física y mental de los individuos, para prevenir la enfermedad y los desórdenes emocionales.
Las formas de maltrato:
Físicamente: golpear, patear, propiciar una golpiza, empujar, e escupir, dañar propiedad, o robar.
Verbalmente: burlarse, poner sobrenombres, humillar verbal, intimidar verbal, amenazar, coartar, extorsionar, y la provocación mediante burlas sexista, o homofóbicas, la extorsión para quedarse con el dinero o los bienes más preciados de alguien
Socialmente: chismes, la propagación de rumores, situaciones vergonzosas, aislamiento o exclusión de un grupo, o hacer que otra persona asuma una culpa ajena.
Electrónicamente o (Cyberbullying) que es el hostigamiento a través de Internet, el correo electrónico (e-mail) o mensajes de textos, redes sociales medios que se usan para amenazar, dañar, señalar, avergonzar, propagar rumores y/o develar secretos de otros.
«El bullying tiene efectos psicológicos en aquellos niños que han sido víctimas. Los comportamientos agresivos hacia un niño pueden dejarle cicatrices emocionales profundas que duran toda la vida, puede afectar la autovaloración y sus futuras relaciones. Y en casos extremos pueden padecer de depresión, ansiedad , y en algunos incluso pueden estar más propensos al suicidio. Las acciones pueden culminar en amenazas violentas, daño a la propiedad o en heridas graves en una persona», completa la Lic. Emilia Canzutti, co-fundadora de Momento Cero.
¿Por qué los niños se convierten en agresores?
Los niños muestran comportamientos agresivos por varias razones. En ocasiones, se meten con alguien porque necesitan una víctima —alguien que parece más débil emocional o físicamente, que tiene un aspecto distinto o que actúa de manera diferente— para sentirse más importante, populares o a cargo del control. Las razones pueden ser porque son más populares al hacerlo, para demostrar su fuerza o su poder. También porque ellos son o fueron hostigados, para obtener cosas o atención de los otros.
En cualquier caso implica debilidad interna la cual quieren ocultar a sí mismo. Para sentirse seguros o porque no tienen confianza en los vínculos hacen sentir mal a otros
¿Cuáles son los síntomas de que un niño está siendo agredido por otros niños?
«Cuando se establece entre los compañeros de aula observamos que el agredido suele presentar timidez, introversión y soledad. Suelen ser niños que pertenecen a alguna minoría dentro del aula por ej. de género o etnia, los muy estudiosos o que presentan alguna diferencia física: obesidad, anteojos, o ser muy linda, etc. Estos niños se muestran más pasivos con pocas habilidades sociales y les cuesta expresar sus emociones y defender sus derechos», asegura la Lic. Adriana López.
Salvo que su hijo le cuente que es víctima de agresiones —o que tenga lastimaduras o heridas visibles—, puede ser difícil darse cuenta de lo que está sucediendo. Es frecuente que los niños no cuenten que han sido intimidados, por lo que es importante que los padres y los maestros aprendan a reconocer los signos que dan cuenta que un niño puede estar siendo ser víctima de hostigamiento.
Algunas conductas tales como: frecuente pérdida de objetos personales, quejas de dolores de cabeza o de estómago, evitando el recreo o las actividades escolares, y llegar a la escuela muy tarde o muy temprano, tienen miedo de ir, bajan sus calificaciones, su hijo se comporta de forma diferente o parece angustiado, que no come ni duerme bien ni realiza aquellas actividades de las que suele disfrutar. Pueden mostrar que nuestro hijo posible que sean víctimas de algún niño que los está agrediendo.
Si usted sospecha que su hijo está siendo agredido pero él se muestra reacio a confesarlo, trate de encontrar la forma de sacar el tema de manera indirecta. Por ejemplo, alguna situación que ven en un programa de televisión puede servir de disparador para la conversación, y usted puede preguntarle a su hijo qué piensa al respecto o qué cree que debería haber hecho esa persona. Esto podría llevar a las siguientes preguntas: “¿Alguna vez fuiste testigo de una situación similar?” o “¿Alguna vez te sucedió algo parecido?”. Tal vez, usted quiera hablar acerca de alguna experiencia propia o de la que vivió algún integrante de su familia a esa edad.
Hágale saber a su hijo que si alguien lo está agrediendo —o si ve que eso le ocurre a otro niño—, es importante que lo hable con alguna persona, ya sea con usted, con otro adulto (un maestro, un consejero escolar o un amigo de la familia), o con un hermano.
Consulte a un terapeuta para ser orientado y ayudar al niño, para hacerlo con Momento Cero escribir a contacto@momentocero.com.ar
¿Cómo ayudar a los niños?
Si su hijo le cuenta acerca de un episodio de agresión, concéntrese en brindarle consuelo y apoyo, más allá de cuán molesto se sienta usted. Los niños suelen mostrarse reacios a contarles estos episodios a los adultos, ya que les generan incomodidad y vergüenza. A ellos les preocupa que sus padres puedan sentirse decepcionados.
En ocasiones, los niños sienten que ellos son culpables, que si hubieran actuado de manera diferente o hubieran tenido otro aspecto, eso no estaría sucediendo. A veces, tienen miedo de que los agresores descubran que ellos hablaron y la situación empeore. En ciertos casos, les preocupa que sus padres no les crean o no hagan nada al respecto, o que los alienten a pelear contra los agresores, una situación que a ellos les da miedo.
Felicite a su hijo por su valentía al hablar de lo que está sucediendo. Recuérdele que no está solo, ya que muchos niños sufren las agresiones de sus compañeros en algún momento. Haga hincapié en que es el agresor el que se comporta mal, no su hijo. Asegúrele que juntos encontrarán la solución para este problema.
Tome en cuenta el hecho de que las agresiones pueden empeorar si los agresores descubren que su hijo le contó acerca de lo sucedido. A veces es bueno contactar a los maestros o los consejeros.
En muchos estados existen leyes y políticas referidas a estos comportamientos agresivos. Averigüe cuáles son las leyes que rigen en su comunidad. En algunos casos, si está muy preocupado acerca de la seguridad de su hijo, puede necesitar ponerse en contacto con las autoridades jurídicas.
«Para revertir los estragos de la violencia es necesario que cada eslabón de la cadena (alumnos, docentes, padres, directivos, etc.) se comprometa, observando las situaciones previas, detectando, participando, comunicando. Pensar qué es lo mejor en cada situación, teniendo en cuenta el origen, será más fácil encontrar las soluciones. Sepamos que siempre se puede prevenir y esta es la acción más importante», coinciden desde Momento Cero, institución que desde su servicio de consultoría tienen gran experiencia en estos temas y asesoran a padres e instituciones sobre cómo prevenirlo y enfrentarlo.
Las estadísticas
Según un trabajo de la Corporación Internacional para el Desarrollo Educativo (CIDE), Argentina figura al tope en un ránking que mide el bullying: el 37% de los alumnos encuestados dicen haber sido insultados o amenazados en el último mes, cuando la media continental para esa variable se ubica es de 25,8%. Y también en la pregunta sobre si sufrieron golpes, el 23,4% de los chicos argentinos responde afirmativamente, en un índice superior al del resto de los alumnos latinoamericanos.
Con ese panorama, es fácil advertir que el acoso escolar y las agresiones físicas o psicológicas es algo que preocupa al 87% de los argentinos, según datos de una encuesta de TNS-Gallup para el Consejo Publicitario Argentino. Y además, uno de cada cuatro argentinos conoce al menos un caso de bullying que perpetró o sufrió algún conocido o familiar. Otro dato relevante de ese mismo estudio: las mujeres son las que más conocen de situaciones de bullying (31% contra 19% de los hombres).
Adriana Marcela López
Licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Especialista en vincularidad temprana.
Psicóloga y supervisora del Centro de Psicopatología Infanto-Juvenil de San Isidro.
Psicóloga de niños, adolescentes y adultos. Abordaje en Psicodiagnóstico, tratamiento individual, Orientación a padres, Asesoramiento a instituciones educativas.
Coordinadora del Seminario de Observación de Lactantes, método de Esther Bick, para profesionales de la salud.
Creadora y coordinadora de Momento Cero, programa destinado al trabajo con padres e hijos con el objetivo de favorecer un desarrollo emocional sano.
Creadora y coordinadora de EPsiS Equipo psicológico para la Salud C.A.B.A.: Centro, Palermo, Belgrano
Lic. Emilia Canzutti
Licenciada en Psicología. Universidad del Salvador. Especialista en vincularidad temprana.
Profesora en psicología. Universidad del Salvador.
Coordinadora del área de psicología del centro de Psicopatología Infanto-Juvenil de San Isidro.
Psicóloga de niños, adolescentes y adultos.
Abordaje en Psicodiagnóstico, tratamiento individual, Orientación a padres, Asesoramiento a instituciones educativas.
Coordinadora del Seminario de Observación de Lactantes, método de Esther Bick, para profesionales de la salud.
Creadora y coordinadora de Momento Cero, programa destinado al trabajo con padres e hijos con el objetivo de favorecer un desarrollo emocional sano.
Creadora y coordinadora de EPsiS Equipo psicológico para la Salud.
Zona Norte: La Lucila, Martinez, Acassuso, Beccar.
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Lic. María Fernanda Ipata
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