Tras la tragedia de Villa Gesell en la cual fallecieron cuatro adolescentes, las especialistas de Momento Cero elaboraron un informe sobre “Cómo superar la muerte de un hijo”
“La muerte de un hijo es el dolor más profundo que puede experimentar una persona de cualquier clase social, de cualquier cultura. Es un suceso para el cual no estamos preparados, no nos resulta natural que un hijo muera antes que sus padres. Cuando se pierde un hijo los padres sienten que han perdido su vida, que con su muerte todo el mundo se ha resquebrajado, que sus sueños se han roto”, indican los especialistas de Momento Cero, institución destinada a trabajar en la prevención primaria de la salud física y mental de los individuos, intentando prevenir la enfermedad y los desórdenes emocionales.
Cuando la muerte llega inesperadamente, como fue en la tragedia en la cual un rayo mató a estos cuatro adolescentes, el golpe emocional puede resultar mucho más abrumador, ya que no hubo oportunidad para prepararse, para hacerse a la idea, para despedirse. La vida de los padres, y de los hermanos cambia para siempre, y lleva tiempo asimilar lo sucedido.
“Los padres sienten que son responsables de proteger a sus hijos, de cuidar de ellos, por lo que es normal que aparezcan sentimientos de culpabilidad por lo sucedido. Es común que aparezcan preguntas como ¿si hubiera…? ¿Por qué no hice…..? Por qué no le dije …? planteando posibles acciones que hubieran evitado la muerte”, indica la Lic. Adriana López, co-fundadora de Momento Cero.
Por sus parte, la especialista Emilia Canzutti, también fundadora de Momento Cero, asegura que “frente a estos sentimientos de culpa, puede ayudar conversar y compartir estos sentimientos con la familia, amigos cercanos y con personas que han sufrido tal pérdida. Algo que podría ayudar a procesar estos sentimientos es escribir un diario expresando cómo hubiera sido despedirse, relatar cosas, pensamientos o sentimientos que no se pudieron expresar en vida. Es esperable que con el tiempo, el peso de la culpabilidad y la necesidad de culparse uno mismo disminuirán dejando de ser los sentimientos principales de congoja y transformándose en la comprensión de que muchas tragedias en la vida no son evitables o previsibles”.
A medida que uno es más consciente de la realidad, es decir de la muerte del hijo, es normal sentirse invadido por un fuerte enojo, por el sentimiento de injusticia y por una profunda angustia, dado que percibimos que la pérdida es permanente. Suelen aparecer sentimientos de rabia contra todo y contra todos. La tristeza es muy grande y está por todas partes y casi todo el tiempo. No hay atajos en el proceso del dolor, la única manera de enfrentar el sufrimiento es pasando por él.
El duelo (proceso por el cual lidiamos con sentimientos y emociones que se producen después de una pérdida) tiene características que son propias de cada individuo. Ninguno es igual a otro, es diferente el duelo que vive un papá, una mamá, los hermanos, los abuelos. En el medio de la tristeza de cada persona es diferente e individual la forma de procesarla. Es a través de este proceso de aceptación de lo sucedido en el cual la familia aprende a vivir sin el hijo y con el vacío que trae su ausencia.
Es de destacar que ambas especialistas coinciden en que “la mejoría completa de tal tragedia no es posible. Las familias gradualmente volverán a su ritmo de vida pero jamás superarán la pérdida por completo. Sus vidas nunca serán como lo eran antes. La familia que era ha cambiado para siempre”.
Todas las familias que han sufrido tal pérdida necesitan apoyo a corto y largo plazo, sobretodo si es repentina. Necesitan del entorno ser acompañados, escuchados, abrazados. La ayuda y el acompañamiento de profesionales idóneos es muy recomendable en estos casos.
Consultas sobre este tema, escribiendo a contacto@momentocero.com.ar o en la web www.momentocero.com.ar